Las carreras trail están ganando mucha popularidad en los últimos años, entre personas de todas las edades y sexos, incluso entre los senior y los niños, a pesar de que no hay unanimidad acerca de la conveniencia de este deporte en edades tempranas. En cualquier caso, si te quieres animar a practicar este tipo de running, debes saber que hay importantes diferencias con las clásicas carreras en asfalto por entornos urbanos. Aquí las analizamos.
La superficie de las carreras trail
El firme sobre el que tienen lugar las carreras trail es totalmente diferente al de las pruebas en asfalto: son caminos y senderos de montaña, irregulares, generalmente estrechos, con presencia abundante de irregularidades, como cantos, raíces, zanjas, etc. Y esto influye decisivamente en el calzado, que debe tener más dibujo para favorecer el agarre y, sobre todo, ha de tener una suela más firme, principalmente en la mediasuela con el objetivo de evitar daños en la planta del pie. En este sentido, no podemos considerar de trail running a las pruebas que se desarrollan por pistas forestales amplias y bien conservadas, pues no suponen un hándicap para la planta del pie y, por tanto, la suela del calzado no debe ser necesariamente más firme.
El perfil altimétrico de las carreras trail, como ya sabrás si sales a correr habitualmente, no tiene nada que ver un recorrido plano con otro en pendiente. Y eso es precisamente otro detalle fundamental de las carreras trail: su perfil altimétrico refleja grandes desniveles, con ascensos y descensos muy pronunciados, lo que exige un mejor estado de forma que el que deben poseer los ‘runners de ciudad’ en distancias medias.
La distancia, fundamental
El perfil altimétrico que comentábamos también influye en las distancias a recorrer: debido a que las carreras trail son mucho más exigentes, éstas suelen ser más cortas: entre 8 y 12 kilómetros, en muchos casos. Pero, dicho esto, cabe hacer una mención al extremo contrario: existe libertad total de los organizadores de las pruebas para establecer su kilometraje en base al entorno por el que se desarrollan, superando en ocasiones los 100 km o las 24 horas de duración. Estas pruebas, lógicamente, van dirigidas a corredores con una preparación especial y una condición física sobresaliente.
Dado que la mayoría de las carreras trail se celebran en lugares montañosos, en parques nacionales o en entornos naturales de especial significación, la climatología asociada a ellas es también especial. Por ello, no es infrecuente disputar estas pruebas con lluvia, viento, humedad extrema, etc. Y eso es algo a tener muy en cuenta para elegir el equipamiento, con prendas de gran utilidad como chubasqueros, cortavientos, chaquetas, gorros, etc.
Avituallamiento y lesiones de las carreras trail
En el caso de las ultra maratones o carreras de montaña de gran distancia, el avituallamiento adquiere una importancia mayor. Pueden ofrecer agua, bebidas isotónicas e incluso alimentos energéticos en puntos kilométricos intermedios. Esa abundancia en la oferta se explica por la necesidad de reponer fuerzas pero también por el hecho de que la resistencia deja en un segundo plano a la velocidad y, por tanto, perder unos segundos en estos avituallamientos no es tan decisivo.
Por último, otro aspecto no menos importante son las lesiones o incidentes que se pueden sufrir en este tipo de pruebas. Si en las carreras de ciudad las dolencias suelen estar asociadas a la forma de correr de cada runner (hiperpronación, aterrizaje con talón en pisada, posición equivocada de la espalda, etc.), en el caso del trail running tienen más incidencia las lesiones repentinas: torceduras de tobillo o tirones musculares.